Otoño, otoño, yo tengo el alma herida
(Para María )
Maria, asómate de nuevo,
desata los tiempos de tu boca,
y deja que de nuevo retoñe el olvido.
La plaza esta desierta, volaron las palomas.
Jamás amé la primavera, como aquella
tarde, tus labios florecían junto a mis labios.
Paso a paso, rodamos por las calles
con el alma encendida, yo nada vi a mi paso,
yo solo te veía. Cristal de pureza,
piel divina, blanca, tersa. Niña mía.
Aligeraste el vuelo, y azotaste la vida.
Oscureció mi cielo tu partida.
Otoño... otoño. Yo tengo el alma herida.
Desesperadamente bebí de tu recuerdo.
Puedo escuchar tus pasos, todavía.
Solo yo se, cuánto te quería.
Pequeña niña mía.
Brillan tus ojos como destellos santos,
y se clavan de lleno en mi memoria.
Aquella bella historia derramó tristeza,
mutiló tus flores, y secó mis huertas.
Mi alma es un desierto...
¿Dime donde te encuentras?
Germán g