Lo siento
Publicado: Vie Ene 09, 2009 03:32
En voz femenina
Has tirado lo que era mio, lo has cogido,
lo has llevado hasta el lago, lo has tirado al agua,
al agua...
Y yo aún tengo tus manchas por toda mi piel,
me has dejado como lo más abandonado,
como si ya no valiera nada, ni me has cubierto
con las sábanas rasgadas, tengo debajo de la cama
todas las culebras, todas tus hachas, cuchillos
para degollarme, tengo colgados los monstruos
más feos de la feria que tú me regalabas,
mi habitación es el el sitio del dolor,
es la plaza olvidada, el recodo de la playa
donde ningún enamorado va, mi cuarto oscuro
pierde su calidez y se espanta,
se agrietan las paredes, pues en su miedo,
pretenden arrimarse, yo puedo llorarte
un siglo entero, pero puedo decirme también
basta,
puedo olvidarte como al mal género,
o, ¿eso no puedo? yo tengo clavada una gillette
en el parietal izquierdo de mi cerebro
que va marcando con finos trazos de sangre
tu nombre innombrable.
Puedo hacer que nunca nadie hable más de ti,
que los criados se santigüen cuando tus sombras
pasan a medianoche, puedo hacer
que las chicas más bonitas del poblado
se aterroricen cuando escuchen tus pasos.
Me rasgaste como se rompe una piel suave,
que tan solo cede cual una seda delicada,
con tus manos encallecidas de soldado
dentro de mi buscaste, tu modo de amar
siempre culpable, entrándome con una espada
más ardiente que los diablos, me horadaste
tantas veces y por tantos lados, mi dignidad
borraste, mi humillación se agrandó
hasta límites insospechados. No me dabas nada
de ti, tan solo, cruel, salvaje, hurgabas entre lo mio,
para, al final de la noche, en las vírgenes luces
de la alborada, huir como un ladrón con mis tesoros.
Me he quedado vacía, sin nada,
sin sexo que ofrecer, sin lágrimas
que verter, no tengo ya caricias en mi alma,
mis manos restaron congeladas,
no hay ni asomo de rubor en mis mejillas
que ofrecer a un muchacho tierno y enamorado.
Puedo hacer que te borren de la lista que manejamos,
que desaparezcas como si nunca
hubieras estado, puedo colgarte de mis labios
y que mueras en el desierto tan infame
que ahora son mis senos. Puedo
obligar a que te escupa tu vieja madre,
y que tu hermana no te quiera ver.
Pero, amor... amor tan desdichado,
galopa de nuevo tu caballo
por el sediento prado de mi piel!!
Lo has tirado todo...
y lo siento, lo siento tanto!!
Has tirado lo que era mio, lo has cogido,
lo has llevado hasta el lago, lo has tirado al agua,
al agua...
Y yo aún tengo tus manchas por toda mi piel,
me has dejado como lo más abandonado,
como si ya no valiera nada, ni me has cubierto
con las sábanas rasgadas, tengo debajo de la cama
todas las culebras, todas tus hachas, cuchillos
para degollarme, tengo colgados los monstruos
más feos de la feria que tú me regalabas,
mi habitación es el el sitio del dolor,
es la plaza olvidada, el recodo de la playa
donde ningún enamorado va, mi cuarto oscuro
pierde su calidez y se espanta,
se agrietan las paredes, pues en su miedo,
pretenden arrimarse, yo puedo llorarte
un siglo entero, pero puedo decirme también
basta,
puedo olvidarte como al mal género,
o, ¿eso no puedo? yo tengo clavada una gillette
en el parietal izquierdo de mi cerebro
que va marcando con finos trazos de sangre
tu nombre innombrable.
Puedo hacer que nunca nadie hable más de ti,
que los criados se santigüen cuando tus sombras
pasan a medianoche, puedo hacer
que las chicas más bonitas del poblado
se aterroricen cuando escuchen tus pasos.
Me rasgaste como se rompe una piel suave,
que tan solo cede cual una seda delicada,
con tus manos encallecidas de soldado
dentro de mi buscaste, tu modo de amar
siempre culpable, entrándome con una espada
más ardiente que los diablos, me horadaste
tantas veces y por tantos lados, mi dignidad
borraste, mi humillación se agrandó
hasta límites insospechados. No me dabas nada
de ti, tan solo, cruel, salvaje, hurgabas entre lo mio,
para, al final de la noche, en las vírgenes luces
de la alborada, huir como un ladrón con mis tesoros.
Me he quedado vacía, sin nada,
sin sexo que ofrecer, sin lágrimas
que verter, no tengo ya caricias en mi alma,
mis manos restaron congeladas,
no hay ni asomo de rubor en mis mejillas
que ofrecer a un muchacho tierno y enamorado.
Puedo hacer que te borren de la lista que manejamos,
que desaparezcas como si nunca
hubieras estado, puedo colgarte de mis labios
y que mueras en el desierto tan infame
que ahora son mis senos. Puedo
obligar a que te escupa tu vieja madre,
y que tu hermana no te quiera ver.
Pero, amor... amor tan desdichado,
galopa de nuevo tu caballo
por el sediento prado de mi piel!!
Lo has tirado todo...
y lo siento, lo siento tanto!!