Camas vacías
Publicado: Jue Ene 22, 2009 01:42
En voz femenina.
Pasé mi brazo por debajo del suyo
y uní mi voz a la suya.
Nuestros dos alientos se condensaban
al contacto del aire frío
y formaban una nube,
como la concreción del canto.
Sufrí sin decir palabra todas las traiciones.
Y no sé por qué, ni como explicarlo.
Me gustaba verla moverse.
Memoria del sudor en su cuerpo después de amarnos.
Hoy, esa intensa soledad me hace llorar.
Pues, todo lo sufrí, todo lo escuché.
La súbita irrupción de la angustia:
mirar y saber efímero aquel cuerpo.
Sufrí sin decir palabra todas las traiciones.
Y no sé por qué, ni como explicarlo.
Siento como el fantasma de su presencia contra mí.
Su mano, por un instante, colocada sobre mi rostro.
El recuerdo de su perfume,
la huella residual, apenas sensible,
de su hombro apoyado contra el mío.
Aquel beso ligero en los labios que no eran mi privilegio.
Sufrí sin decir palabra todas las traiciones.
Y no sé por qué, ni como explicarlo.
Doy vueltas en la cama,
cual si me desplomara sobre un cuerpo rabiosamente estrechado.
Tengo en mi carne la sensación de mi contacto sobre sus miembros,
aunque ya no están aquí para provocarla.
Sufrí sin decir palabra todas las traiciones.
Y no sé por qué, ni como explicarlo.
Este poema lo escribí a partir de la lectura de la novela de Doris Grumbach "Música de cámara", poniendo en poesía su prosa. Incluso hay frases enteras exactas al texto de la obra de la novelista norteamericana. Por lo que, si algun@ de vosotros ha leído esa novela, ya lo digo por adelantado.
Pasé mi brazo por debajo del suyo
y uní mi voz a la suya.
Nuestros dos alientos se condensaban
al contacto del aire frío
y formaban una nube,
como la concreción del canto.
Sufrí sin decir palabra todas las traiciones.
Y no sé por qué, ni como explicarlo.
Me gustaba verla moverse.
Memoria del sudor en su cuerpo después de amarnos.
Hoy, esa intensa soledad me hace llorar.
Pues, todo lo sufrí, todo lo escuché.
La súbita irrupción de la angustia:
mirar y saber efímero aquel cuerpo.
Sufrí sin decir palabra todas las traiciones.
Y no sé por qué, ni como explicarlo.
Siento como el fantasma de su presencia contra mí.
Su mano, por un instante, colocada sobre mi rostro.
El recuerdo de su perfume,
la huella residual, apenas sensible,
de su hombro apoyado contra el mío.
Aquel beso ligero en los labios que no eran mi privilegio.
Sufrí sin decir palabra todas las traiciones.
Y no sé por qué, ni como explicarlo.
Doy vueltas en la cama,
cual si me desplomara sobre un cuerpo rabiosamente estrechado.
Tengo en mi carne la sensación de mi contacto sobre sus miembros,
aunque ya no están aquí para provocarla.
Sufrí sin decir palabra todas las traiciones.
Y no sé por qué, ni como explicarlo.
Este poema lo escribí a partir de la lectura de la novela de Doris Grumbach "Música de cámara", poniendo en poesía su prosa. Incluso hay frases enteras exactas al texto de la obra de la novelista norteamericana. Por lo que, si algun@ de vosotros ha leído esa novela, ya lo digo por adelantado.