
Abrasada en valentía
dejo servida la ruta que precede
a la luz tenue de la osadía
que en mis instintos se sumerge.
Mi cuello amplía la senda de tu saliva,
ombligo arriba dejo que pintes muy despacio
cada trazo excitado de mi geografía,
a contraluz con la fotografía del espasmo.
Atas mis manos donde el techo cobija,
donde mi sombra es prolija a tu tacto,
y desnudo de pactos mi cólera firmas
con las venas decididas a consumarnos.
Clavado el tacón donde gotea tu fiebre,
tu lengua me llueve talón arriba,
me sueltas las cintas que me retienen
y el fuego nos sierpe con estampida.
Esencia