Mirándote a los ojos, casi siempre
se hacen posibles todos los prodigios.
Mi imagen tintinea en tu pupila.
Tu sombra proyectada al infinito
va dejando una estela incandescente
de tormentas en poros compartidos.
Cuando entornas los ojos y me miras
todo mi mundo pierde su equilibrio,
se tambalea todo... En la penumbra.
vislumbro un insondable precipicio.
Me llevas en tus párpados al sueño
de jardines lejanos y escondidos,
tú, perdida en un mundo de muñecas,
yo, a tu lado, flotando en tus abismos.
No abras los ojos, no, mientras me anego
en tu interior mirada y resucito
braceando en tus aguas espumosas,
nadando sofocado en laberintos
de placeres profundos, en la orgía
de barra libre en que nos debatimos.
Qué suerte, cielos, no ser inocente,
-¡ni culpable!- cuando juego contigo,
sumergido en un mar adolescente
de aguas oscuras, de reflejos tibios,
de sirenas varadas y de ardientes,
espumosos volcanes submarinos...
Mirándote a los ojos, en tus ojos,
sólo en tus ojos siento que estoy vivo.
Reyes.