dedico mi atención enteramente
a ese par de fuentes de sabrosos
y jugosos frutos relucientes.
A ese par de rosas piel trigueña
que tienen dos coronas de rico almíbar
a ese par de tiernas y risueñas
canciones de amor y de poesías.
A ese par de almohadas donde duermo
y esas dos cobijas con las que arropo
las caricias de mis manos y donde sueño
la felicidad dormida entre dos hermosos
edredones tejidos con el telar de ensueños
que humildemente cubre nuestro lecho…
A ese par de suaves y golosos
de las caricias que le dan mis dedos
a ese par de grandes y colosos
que el centro son del Universo entero.
A ese par de flores de azucenas
de tan sublimes y agradables aromas
las deseo –tan sensibles– entre las rejas
que mis dedos en torno a ellas forman.
Dedico entero este poema
a los dos culpables de mis deseos
que en mis manos parecen frutas nuevas:
…¡amo a ese par de hermosos senos!
Dídimo Pabón Montilla