Están lloviendo rosas
con pétalos tan sedosos
que acarician mi espalda,
con silentes deseos
. . . escondidos.
Se escurren entre mis piernas,
y empiezan a manar sus mieles
como si saludaran con ansias,
el cofre de mis deleites.
Sacudes fuerte tus manos,
como rocío en la mañana
y vas besando deseos
Y vas buscando tu gozo.
Están lloviendo rosas
que caen sobre mi cuello,
reposan sobre los cántaros
de donde bebes placeres.
Está lloviendo rocío,
desde el fondo de tu boca,
que riega el jardín de mi vientre,
como voluptuosas mariposas
que aletean por mi universo
y se va humedeciendo despacio,
la cumbre de tus antojos.
(Derechos Autor)