quédate detrás de la puerta.
Ni siquiera respires, ni me hables,
ni me digas palabras
que no quiero escuchar.
Quédate afuera,
que ya comienzo a vivir.
Que mi perfume se esparce
suave y eterno.
No entres,
cerré la puerta sin llave,
pero igual
no puedes invadir mi territorio de paz...
Aléjate, a mil leguas de mi vera,
esfúmate y no vuelvas.
Quédate en tu mundo,
escóndete en lo profundo de tu egoísmo,
y sigue pensando que el poder es tuyo.
Yo no quiero que cruces mi estancia,
ni mi vida, ni mi alma.
Soy feliz,
comienzo a notar que la vida es algo más
que un poco de amor tardío.
Y que el terciopelo, se siente,
solo en la presencia del olvido.
No entres, todo está vacio.
Frío, y yerto.