En el voladero de la sociedad,
Cadáver sin medalla
En la traición de los profanos.
Prisionero sobre mis sueños
Donde en la estación
Abundan las palabras,
Quien el piano inmortaliza
Una mística y asmática tertulia.
Mi boca no merece
Una enredadera de saliva
Ni una orgía de canarios mudos.
Me pido perdón
Desde el nombre de la pila,
Hasta la vena abierta
Sin el son de la piedra.
Vinagre, naranjo
Brisa de guayaba fallecida,
Sabores claroscuros
En el soliloquio opaco percal
Que ignoraba mi retraída.
Aguja e hilo
Para remendar el terciopelo
Desmantelado e inocente.
Y una tinaja fría
Para lavar mi viciosa alma
Repleta de lloronas penas.
A ti, que me atas de manos
Y muerdes mi espíritu pagano;
No serás más,
El profeta encimado
De las endebles ovejas
Del asilo bobalicón corazón.
Ubérrimos labios aislados
Por ti el diamante
En la esperanza deposito.
Y es por ti, quien me niego
A morir en el olvido.