(soneto)
Con tu cuerpo desnudo de hidromiel
te sueño cada noche y cada día,
en tan sensual y dulce fantasía
se inunda de calor toda mi piel...
Recuerdo aquella noche en el hotel,
como el rubor tu cara se encendía
y tú dabas razones... ¡vida mía!
amándome sin tregua ni cuartel.
Vivimos con pasión aquel momento
colmados de caricias y de besos,
pues era aquel amor dulce alimento.
De aquel amor, tú y yo quedamos presos,
y henchidos de placer y sentimiento
nos dormimos después de los excesos...
©Roberto Santamaría
Collado Villalba-Madrid
24/03/2016