Los laberintos mudos son memorias aciagas,
solipsismos que asedian los castillos de arena,
una lágrima en olas sin resaca. Son
llagas,
calendarios sin fecha para cumplir condena.
Son profundos y ciegos, y sordos. Tú te apagas,
te hundes e insonorizas, te abismas. Me envenena
el sonido y la luz, la sombra, me naufragas,
y me ahoga sin ojos tu mirada serena.
Hay maderos, desvíos, encrucijadas, mar,
inmensidades, islas, y botes salvavidas,
pasos, huellas y techos, paredes. Sin mirar
puedo ver versos sádicos en los que me suicidas,
me matas hasta el vientre de mi madre. Y amar
es sufrirte. El silencio de todas las salidas.