MI PAPITO
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- alejandro guardiola
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- Ubicación: SANT CUGAT DEL VALLÉS BARCELONA
MI PAPITO
Un perro se desliza por la acera
un viejo camina sin saber adonde
la calle abandonada se observa en lontananza
son los días de niebla de los meses de octubre
Las tardes son más cortas y el declinar empieza
preludiando las horas de una noche cercana
y desde la ventana por entre las cortinas
diviso dos amantes perdidos en el beso
Los chismes del pueblo que cuentan abuelas
la vieja rota y desteñida alfombra
el fuego encendido en la vieja chimenea
y el búcaro en la mesa para poner las rosas
Hoy mis versos no plasman un te quiero
un mar de recuerdos me roban la calma
estoy solo en la casa solitaria
donde antaño nos quisimos tú y yo
Brasero sin fuego, pájaro sin nido
triste solitario de las viejas horas
llenas de recuerdos de la vida misma
por un amor que ha muerto sin haber nacido
Recuerdo una vez no muy lejana
paseando tu donaire ante mi ventana
poco a poco me fuiste enamorando
y me rendí por entero a tu amor prendado
Vivo solitario prendido de mis letras
buscando por el mundo hallar otro destino
y en esa inútil hazaña he perdido la partida
porque como olvidar lo que tanto se ha amado
Recuerdas de chiquitos yo tenía veinte años
la patria me llamaba a cumplir con mi deber
aquella tarde de abrazos no lloraste siquiera
con la boca chica me dijiste te esperaré
Al sonoro rugido del cañón
fui la muerte o la gloria a buscar
y en la gran tumba de la noche
vi la sangre de los caídos sin más
En la triste soledad de las sombras sin reflejo
olvidando de Dios el santo nombre
luchamos como soldados valerosos
procurando a la patria devolverle la paz
Los campos para siempre desolados
tras el golpe del fusil y la matanza
el orbe cubierto de olor a metralla
en tiempo de miedo tristeza y pavor
Luchando con fiereza hermano contra hermano
sin ceder ni un palmo al que viene detrás
maldiciendo la hora en que me hicieron hombre
entre campos bañados de sangre tierra y lodo
Con la sonrisa presta y el equipaje puesto
partí raudo hacia el pueblo querido
la guerra por fin había terminado
y yo regresaba a buscar a mi amada
Con insignias de capitán por el valor demostrado
y en el pecho la cruz de San Fernando
llegué a casa de mis padres con el alma alborozada
y tras los abrazos pregunté por ella
No la busques, se ha casado
con el amigo que tanto apreciabas
tenía dinero, una vida apacible
y te robaba la muchacha que tu deseabas
Las penas se guardan muy dentro del alma
el corazón cansado no quiere vivir
maldije la guerra y a sus generales
sabiendo que por ella todo lo perdí
Conteniendo la ira que se desbordaba
intenté calmarme más todo fue en vano
y partí raudo sin escuchar a mis padres
a buscar a la infame que me había olvidado
Al estar frente a frente me faltaron palabras
y bajé la mirada mientras daba la vuelta
Dios, que hermosa que estaba
con el vestido azul que la resaltaba
Me acerqué a la playa, que estaba cercana
a solas, en silencio, de pena lloraba
quise quitarme la vida más era cobarde
y no tuve valor al pensar en mis padres
Quedaron palabras prendidas sin dueño
en la triste hora del atardecer
y mientras una gaviota a mi me miraba
regresé a la casa que me vio nacer
Brotaba un suave ritmo distraído
de un violinista que lloraba también
una música fúnebre cruzaba la calle
y un perrito a su lado ladraba también
Mis viejos sueños duermen, se apagaron
la tarde se ha dormido, la noche ya despierta
es hora de recuerdos que vienen a la mente
junto a mis lágrimas que se lleva el viento
Silencio en la noche, ya sale la luna
por entre las nubes que van despejando
solo mi herida sobre el propio cuerpo
me recuerda que vivo sin haber vivido
Un tropel de gente viene
que mi amigo ha fallecido
ya mi amada quedó sola
más a mi no me importaba
fui a la iglesia a verle partir
a ese lugar del que no hay regreso
al mirarle la cara la vi desolada
Dios el muerto que tristes los ojos llevaba
Un vecino me ha dicho que le engañaba
aquella mujer que tanto adoraba
que con otros hombres también se acostaba
y él murió de pena, no lo soportaba
Hoy se que me mientes con la mirada
cuando al pasar me miras con fuego
que fuiste de todos y que no eres nada
tan solo la mujer de una triste moneda
Una tarde me llamaste por mi nombre
me dijiste me tu amor era sincero
te casaste sin saber porque lo hacías
influenciada por el alma del dinero
Te miré con la pena entre los ojos
al quererme besar yo te apartaba
mientras soplaba la brisa
de tu lado me alejaba
Ni una queja, ni un lamento
se escaparon de mis labios
una sonrisa, un desprecio
y un adiós, ya no te quiero
Solo me quedan recuerdos
de aquel amor tan sincero
y un regusto en la mirada
y aquel beso que no puedo
Que no puedo olvidar aunque quisiera
pues el corazón no sabe de mentiras
amar o no amar siempre lo decide
y aunque te mientas nunca prescribe
Soy el frutal de amores, viento helado
en que el dolor se embriaga hasta morir de olvido
rodando por la vida como un eterno riego
por aquella ingrata que olvidar no puedo
Entre las sombras que la noche extiende
se pierde lento mi eterno caminar
buscando la caricia de una mano amiga
o de aquella mujer a la que hay que pagar
Un resplandor de fuegos no apagados
una sonrisa a medio trastocar
y el dorado vino que bulle en mi copa
cuando algunas noches me salgo a emborrachar
Una tarde paseando una mujer vi llorar
mendigando una limosna que no le querían dar
deposité unas monedas en su blanca mano
y partí de allí sin volver la vista atrás
Al día siguiente de nuevo la vi pedir
en el triste callejón, la mano extendida
esperé curioso sin que me viera siquiera
porque una mujer tan joven, mendigaba caridad
Pasaron las horas, la tarde acababa
en un supermercado la vi penetrar
al poco salía con algo en la bolsa
caminaba sin pausa y me fui detrás
Una vieja casona solitaria
desgastada por el paso de los años
una fuente de piedra frente a la entrada
aquella casa respiraba soledad
Llamé intrigado, la puerta se abrió
una niña rubia de muy pocos años
me miró extrañada y me preguntó
quién es usted, lo sabe mi mamá
Me cogió de la manita, me llevo hacia dentro
cuatro sillas, una mesa y nada más
compartían el triste comedor desierto
y unas paredes desteñidas al compás
Al verme la dama bajó la mirada
y avergonzada me hizo sentar
reconoció en mi a aquel hombre
que la tarde aquella le quiso ayudar
Con aquellas monedas que depositara
en su blanca mano, por ser tan humano
quiso sonreírme más su triste risa
solo fue una mueca en su triste cara
Comprendí la miseria que la acompañaba
al ver en la mesa un poco de pan
unas patatas y algunas acelgas
y un vaso de agua para terminar
Me despedí cortésmente con una intención
ayudar a la hija, a la dama también
me acerqué al cura de la triste aldea
hablamos un rato tendido, los dos
Cada semana llegaba el cura con el capacillo
lleno de legumbres, de carne también
una nevera hizo los agrados
de los helados, de vino y de miel
Entre sonrisa ella me miraba
dando la esperanza a un nuevo amanecer
terminaba la espera, rumbo a la esperanza
como ráfagas de viento, acariciando mi rostro
Se encendía el amor, la llama ardiente
de nuevo brotaba en todo mi ser
en la noche soñaba que me acariciaba
que en los sueños era mi mujer
Per en el día, por miedo callaba
ella nunca supo cuanto la amaba
pasaban los meses, la niña crecía
mientras que yo de pena moría
Las penas del alma son penas de un día
que pasan y vuelven, que mueren contigo
si no encuentras el bálsamo que cierra la herida
que sangra y que sangra muy dentro del alma
El cura me miró, no quiso callar
al ver el dolor que a mi me partía
le contó la verdad, de cuanto sabía
le descubrió al caballero al que tanto debía
Una tarde llamaron a la puerta
en el sillón estaba reclinado
pensando en ella, mientras dormitaba
y aquellos golpecitos me despertaban
Abrí la puerta, allí estaba la ni8ña
rubita, bonita con cara de ángel
me cogió de la manita sin decirme nada
me llevó a su casa muy alborozada
Su madre de pie me estaba esperando
con ese vestido que llevan las hembras
al verme llegar, sonrisa me daba
me invitó a cenar, así me pasaba
Le hablé de mis sueños, de penas pasadas
de aquella mujer que me traicionaba
ella sentada, tranquila escuchaba
al terminar me dijo que también me amaba
Que supo de tanto que a mí me debía
de la comida que nunca faltaba
de aquel dinero que le acompañaba
al mirarla supe que no me engañada
Nos dimos un beso, un beso del bueno
en la alegre noche me volvió la calma
no más vino ni penas del alma
pues la hermosa muchacha a mi me quería
Al mirar a la niña, me guiñaba un ojo
y al acercarse me llamó papá
se abrazó a mi rodilla, pues más no llegaba
mientras yo su rubia melena, la acariciaba
Paseos ardientes en noche de luna
en el dorado néctar de las horas felices
ya no había sombras, tan solo la aurora
ante un bello manto que siempre durara
Una mañana entre besos le dije te quiero
y he de pasar la vida por siempre contigo
si no me rechazas la mano te pido
pues yo sabré cuidarte, a eso me obligo
Resuenan las campanas, alegres, joviales
la iglesia está llena, pues soy potentado
la gente curiosa que se arremolina
la espera es lenta, el novio no llega
La novia temblando está suspirando
la niña la mira y pregunta mamá
es que ese hombre a mi no me quiere
es que yo no puedo tener un papá
Montado sobre un carro de bueyes
en la mañana alegre el padre aparece
aquel hombre bueno al que tanto deben
y la mujer sin pensarlo corre hacia él
Su blanco vestido deslumbra el pasillo
la gente se ríe, comprende muy bien
ella me abraza, me besa en la boca
el cura sonriente la llama hacia él
Avanza colorada, mujer enamorada
el vestido largo donde dos niñitos
agarran la cola pues yo ellos no quieren
perderse el momento en que hay un después
y entre los banquillos un chiquito alegre
riendo muy alto le manda un besito
a la niña pequeña de melena rubia
amigo de la escuela, de ella también
La niña se aparta de su alegre mano
a aquel niñito le tiende una mano
le arrastra al pasillo, detrás de su madre
el niño avanza con aire marcial
Alcanzo el altar, me quedo a su lado
y miro al niñito guiñándole un ojo
el niño sonríe y aprieta la mano
de aquella niñita que quiere tan bien
El cura me habla, más yo no le escucho
y siento unas manos que aferran mi pierna
papá el cura te habla, te dice si quieres
amar a mi madre, no digas que no
Pues quiero un papito que cuide mis noches
me arrope en la cama con todo cariño
me de su besito de las buenas noches
un padre querido que nunca me olvide
Miré a la niña con sumo cariño
y dije tranquilo, y dije que si
llegaba la hora de las alianzas
maldita la hora en que las olvidé
La niña tranquila me dice bajito
no te preocupes papá pues yo las cogí
y me entregó la cajita donde reposaban
las dos alianzas de aquel gran amor
Mi mano temblaba cuando la introduje
en el firme dedo de mi enamorada
pasó aquel momento y un beso nos dimos
que duró largo tiempo sin pausa y temor
El cura tranquilo me puso la mano
encima del hombro y me despertó
yo sonriente le tendí la mano
y junto a mi amada tranquilo salí
Allí en la puerta la desdichada
que un tiempo pasado me dijo que si
al verme feliz con la enamorada
de llanto terrible su pecho rompió
Cayó de rodillas maldiciendo todo
pues se daba cuenta de que me quería
en el triste momento en que me perdía
por el tanto cuento que siempre llevó
La niña caminaba, la cabeza erguida
a todas sus amigas les decía, mirad
que tengo un papá que mucho me adora
y yo la miraba y la sonreía
Pasaron los años, transcurrió la vida
hoy yazco junto a mi esposa querida
en aquella tumba nunca solitaria
a ese otro mundo que nos hemos ido
Solo queda la casa vacía
la vieja chimenea, el fuego apagado
la calle solitaria con sabor a tierra
en los días de niebla de los meses de octubre
Y aquí acaba este cuento de un hombre perdido
y de una mujer que la vida no pudo vencer
que luchó por su niña con toda su alma
que supo guardarse también para mí
un viejo camina sin saber adonde
la calle abandonada se observa en lontananza
son los días de niebla de los meses de octubre
Las tardes son más cortas y el declinar empieza
preludiando las horas de una noche cercana
y desde la ventana por entre las cortinas
diviso dos amantes perdidos en el beso
Los chismes del pueblo que cuentan abuelas
la vieja rota y desteñida alfombra
el fuego encendido en la vieja chimenea
y el búcaro en la mesa para poner las rosas
Hoy mis versos no plasman un te quiero
un mar de recuerdos me roban la calma
estoy solo en la casa solitaria
donde antaño nos quisimos tú y yo
Brasero sin fuego, pájaro sin nido
triste solitario de las viejas horas
llenas de recuerdos de la vida misma
por un amor que ha muerto sin haber nacido
Recuerdo una vez no muy lejana
paseando tu donaire ante mi ventana
poco a poco me fuiste enamorando
y me rendí por entero a tu amor prendado
Vivo solitario prendido de mis letras
buscando por el mundo hallar otro destino
y en esa inútil hazaña he perdido la partida
porque como olvidar lo que tanto se ha amado
Recuerdas de chiquitos yo tenía veinte años
la patria me llamaba a cumplir con mi deber
aquella tarde de abrazos no lloraste siquiera
con la boca chica me dijiste te esperaré
Al sonoro rugido del cañón
fui la muerte o la gloria a buscar
y en la gran tumba de la noche
vi la sangre de los caídos sin más
En la triste soledad de las sombras sin reflejo
olvidando de Dios el santo nombre
luchamos como soldados valerosos
procurando a la patria devolverle la paz
Los campos para siempre desolados
tras el golpe del fusil y la matanza
el orbe cubierto de olor a metralla
en tiempo de miedo tristeza y pavor
Luchando con fiereza hermano contra hermano
sin ceder ni un palmo al que viene detrás
maldiciendo la hora en que me hicieron hombre
entre campos bañados de sangre tierra y lodo
Con la sonrisa presta y el equipaje puesto
partí raudo hacia el pueblo querido
la guerra por fin había terminado
y yo regresaba a buscar a mi amada
Con insignias de capitán por el valor demostrado
y en el pecho la cruz de San Fernando
llegué a casa de mis padres con el alma alborozada
y tras los abrazos pregunté por ella
No la busques, se ha casado
con el amigo que tanto apreciabas
tenía dinero, una vida apacible
y te robaba la muchacha que tu deseabas
Las penas se guardan muy dentro del alma
el corazón cansado no quiere vivir
maldije la guerra y a sus generales
sabiendo que por ella todo lo perdí
Conteniendo la ira que se desbordaba
intenté calmarme más todo fue en vano
y partí raudo sin escuchar a mis padres
a buscar a la infame que me había olvidado
Al estar frente a frente me faltaron palabras
y bajé la mirada mientras daba la vuelta
Dios, que hermosa que estaba
con el vestido azul que la resaltaba
Me acerqué a la playa, que estaba cercana
a solas, en silencio, de pena lloraba
quise quitarme la vida más era cobarde
y no tuve valor al pensar en mis padres
Quedaron palabras prendidas sin dueño
en la triste hora del atardecer
y mientras una gaviota a mi me miraba
regresé a la casa que me vio nacer
Brotaba un suave ritmo distraído
de un violinista que lloraba también
una música fúnebre cruzaba la calle
y un perrito a su lado ladraba también
Mis viejos sueños duermen, se apagaron
la tarde se ha dormido, la noche ya despierta
es hora de recuerdos que vienen a la mente
junto a mis lágrimas que se lleva el viento
Silencio en la noche, ya sale la luna
por entre las nubes que van despejando
solo mi herida sobre el propio cuerpo
me recuerda que vivo sin haber vivido
Un tropel de gente viene
que mi amigo ha fallecido
ya mi amada quedó sola
más a mi no me importaba
fui a la iglesia a verle partir
a ese lugar del que no hay regreso
al mirarle la cara la vi desolada
Dios el muerto que tristes los ojos llevaba
Un vecino me ha dicho que le engañaba
aquella mujer que tanto adoraba
que con otros hombres también se acostaba
y él murió de pena, no lo soportaba
Hoy se que me mientes con la mirada
cuando al pasar me miras con fuego
que fuiste de todos y que no eres nada
tan solo la mujer de una triste moneda
Una tarde me llamaste por mi nombre
me dijiste me tu amor era sincero
te casaste sin saber porque lo hacías
influenciada por el alma del dinero
Te miré con la pena entre los ojos
al quererme besar yo te apartaba
mientras soplaba la brisa
de tu lado me alejaba
Ni una queja, ni un lamento
se escaparon de mis labios
una sonrisa, un desprecio
y un adiós, ya no te quiero
Solo me quedan recuerdos
de aquel amor tan sincero
y un regusto en la mirada
y aquel beso que no puedo
Que no puedo olvidar aunque quisiera
pues el corazón no sabe de mentiras
amar o no amar siempre lo decide
y aunque te mientas nunca prescribe
Soy el frutal de amores, viento helado
en que el dolor se embriaga hasta morir de olvido
rodando por la vida como un eterno riego
por aquella ingrata que olvidar no puedo
Entre las sombras que la noche extiende
se pierde lento mi eterno caminar
buscando la caricia de una mano amiga
o de aquella mujer a la que hay que pagar
Un resplandor de fuegos no apagados
una sonrisa a medio trastocar
y el dorado vino que bulle en mi copa
cuando algunas noches me salgo a emborrachar
Una tarde paseando una mujer vi llorar
mendigando una limosna que no le querían dar
deposité unas monedas en su blanca mano
y partí de allí sin volver la vista atrás
Al día siguiente de nuevo la vi pedir
en el triste callejón, la mano extendida
esperé curioso sin que me viera siquiera
porque una mujer tan joven, mendigaba caridad
Pasaron las horas, la tarde acababa
en un supermercado la vi penetrar
al poco salía con algo en la bolsa
caminaba sin pausa y me fui detrás
Una vieja casona solitaria
desgastada por el paso de los años
una fuente de piedra frente a la entrada
aquella casa respiraba soledad
Llamé intrigado, la puerta se abrió
una niña rubia de muy pocos años
me miró extrañada y me preguntó
quién es usted, lo sabe mi mamá
Me cogió de la manita, me llevo hacia dentro
cuatro sillas, una mesa y nada más
compartían el triste comedor desierto
y unas paredes desteñidas al compás
Al verme la dama bajó la mirada
y avergonzada me hizo sentar
reconoció en mi a aquel hombre
que la tarde aquella le quiso ayudar
Con aquellas monedas que depositara
en su blanca mano, por ser tan humano
quiso sonreírme más su triste risa
solo fue una mueca en su triste cara
Comprendí la miseria que la acompañaba
al ver en la mesa un poco de pan
unas patatas y algunas acelgas
y un vaso de agua para terminar
Me despedí cortésmente con una intención
ayudar a la hija, a la dama también
me acerqué al cura de la triste aldea
hablamos un rato tendido, los dos
Cada semana llegaba el cura con el capacillo
lleno de legumbres, de carne también
una nevera hizo los agrados
de los helados, de vino y de miel
Entre sonrisa ella me miraba
dando la esperanza a un nuevo amanecer
terminaba la espera, rumbo a la esperanza
como ráfagas de viento, acariciando mi rostro
Se encendía el amor, la llama ardiente
de nuevo brotaba en todo mi ser
en la noche soñaba que me acariciaba
que en los sueños era mi mujer
Per en el día, por miedo callaba
ella nunca supo cuanto la amaba
pasaban los meses, la niña crecía
mientras que yo de pena moría
Las penas del alma son penas de un día
que pasan y vuelven, que mueren contigo
si no encuentras el bálsamo que cierra la herida
que sangra y que sangra muy dentro del alma
El cura me miró, no quiso callar
al ver el dolor que a mi me partía
le contó la verdad, de cuanto sabía
le descubrió al caballero al que tanto debía
Una tarde llamaron a la puerta
en el sillón estaba reclinado
pensando en ella, mientras dormitaba
y aquellos golpecitos me despertaban
Abrí la puerta, allí estaba la ni8ña
rubita, bonita con cara de ángel
me cogió de la manita sin decirme nada
me llevó a su casa muy alborozada
Su madre de pie me estaba esperando
con ese vestido que llevan las hembras
al verme llegar, sonrisa me daba
me invitó a cenar, así me pasaba
Le hablé de mis sueños, de penas pasadas
de aquella mujer que me traicionaba
ella sentada, tranquila escuchaba
al terminar me dijo que también me amaba
Que supo de tanto que a mí me debía
de la comida que nunca faltaba
de aquel dinero que le acompañaba
al mirarla supe que no me engañada
Nos dimos un beso, un beso del bueno
en la alegre noche me volvió la calma
no más vino ni penas del alma
pues la hermosa muchacha a mi me quería
Al mirar a la niña, me guiñaba un ojo
y al acercarse me llamó papá
se abrazó a mi rodilla, pues más no llegaba
mientras yo su rubia melena, la acariciaba
Paseos ardientes en noche de luna
en el dorado néctar de las horas felices
ya no había sombras, tan solo la aurora
ante un bello manto que siempre durara
Una mañana entre besos le dije te quiero
y he de pasar la vida por siempre contigo
si no me rechazas la mano te pido
pues yo sabré cuidarte, a eso me obligo
Resuenan las campanas, alegres, joviales
la iglesia está llena, pues soy potentado
la gente curiosa que se arremolina
la espera es lenta, el novio no llega
La novia temblando está suspirando
la niña la mira y pregunta mamá
es que ese hombre a mi no me quiere
es que yo no puedo tener un papá
Montado sobre un carro de bueyes
en la mañana alegre el padre aparece
aquel hombre bueno al que tanto deben
y la mujer sin pensarlo corre hacia él
Su blanco vestido deslumbra el pasillo
la gente se ríe, comprende muy bien
ella me abraza, me besa en la boca
el cura sonriente la llama hacia él
Avanza colorada, mujer enamorada
el vestido largo donde dos niñitos
agarran la cola pues yo ellos no quieren
perderse el momento en que hay un después
y entre los banquillos un chiquito alegre
riendo muy alto le manda un besito
a la niña pequeña de melena rubia
amigo de la escuela, de ella también
La niña se aparta de su alegre mano
a aquel niñito le tiende una mano
le arrastra al pasillo, detrás de su madre
el niño avanza con aire marcial
Alcanzo el altar, me quedo a su lado
y miro al niñito guiñándole un ojo
el niño sonríe y aprieta la mano
de aquella niñita que quiere tan bien
El cura me habla, más yo no le escucho
y siento unas manos que aferran mi pierna
papá el cura te habla, te dice si quieres
amar a mi madre, no digas que no
Pues quiero un papito que cuide mis noches
me arrope en la cama con todo cariño
me de su besito de las buenas noches
un padre querido que nunca me olvide
Miré a la niña con sumo cariño
y dije tranquilo, y dije que si
llegaba la hora de las alianzas
maldita la hora en que las olvidé
La niña tranquila me dice bajito
no te preocupes papá pues yo las cogí
y me entregó la cajita donde reposaban
las dos alianzas de aquel gran amor
Mi mano temblaba cuando la introduje
en el firme dedo de mi enamorada
pasó aquel momento y un beso nos dimos
que duró largo tiempo sin pausa y temor
El cura tranquilo me puso la mano
encima del hombro y me despertó
yo sonriente le tendí la mano
y junto a mi amada tranquilo salí
Allí en la puerta la desdichada
que un tiempo pasado me dijo que si
al verme feliz con la enamorada
de llanto terrible su pecho rompió
Cayó de rodillas maldiciendo todo
pues se daba cuenta de que me quería
en el triste momento en que me perdía
por el tanto cuento que siempre llevó
La niña caminaba, la cabeza erguida
a todas sus amigas les decía, mirad
que tengo un papá que mucho me adora
y yo la miraba y la sonreía
Pasaron los años, transcurrió la vida
hoy yazco junto a mi esposa querida
en aquella tumba nunca solitaria
a ese otro mundo que nos hemos ido
Solo queda la casa vacía
la vieja chimenea, el fuego apagado
la calle solitaria con sabor a tierra
en los días de niebla de los meses de octubre
Y aquí acaba este cuento de un hombre perdido
y de una mujer que la vida no pudo vencer
que luchó por su niña con toda su alma
que supo guardarse también para mí
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- Registrado: Jue Ene 24, 2008 04:10
Re: MI PAPITO
Estimado Alejandro:
Vuelve usia con su tinta
y pondero su presencia,
y le dejo, tras su pinta...
¡Mi saludo por esencia!
Louis
Vuelve usia con su tinta
y pondero su presencia,
y le dejo, tras su pinta...
¡Mi saludo por esencia!
Louis
.
Re: MI PAPITO
Código: Seleccionar todo
MI PAPITO
Mensaje sin leer por alejandro guardiola » Mar Mar 17, 2020 3:42 pm
Un perro se desliza por la acera
un viejo camina sin saber adonde
la calle abandonada se observa en lontananza
son los días de niebla de los meses de octubre
Las tardes son más cortas y el declinar empieza
preludiando las horas de una noche cercana
y desde la ventana por entre las cortinas
diviso dos amantes perdidos en el beso
Los chismes del pueblo que cuentan abuelas
la vieja rota y desteñida alfombra
el fuego encendido en la vieja chimenea
y el búcaro en la mesa para poner las rosas
Hoy mis versos no plasman un te quiero
un mar de recuerdos me roban la calma
estoy solo en la casa solitaria
donde antaño nos quisimos tú y yo
Brasero sin fuego, pájaro sin nido
triste solitario de las viejas horas
llenas de recuerdos de la vida misma
por un amor que ha muerto sin haber nacido
Recuerdo una vez no muy lejana
paseando tu donaire ante mi ventana
poco a poco me fuiste enamorando
y me rendí por entero a tu amor prendado
Vivo solitario prendido de mis letras
buscando por el mundo hallar otro destino
y en esa inútil hazaña he perdido la partida
porque como olvidar lo que tanto se ha amado
Recuerdas de chiquitos yo tenía veinte años
la patria me llamaba a cumplir con mi deber
aquella tarde de abrazos no lloraste siquiera
con la boca chica me dijiste te esperaré
Al sonoro rugido del cañón
fui la muerte o la gloria a buscar
y en la gran tumba de la noche
vi la sangre de los caídos sin más
En la triste soledad de las sombras sin reflejo
olvidando de Dios el santo nombre
luchamos como soldados valerosos
procurando a la patria devolverle la paz
Los campos para siempre desolados
tras el golpe del fusil y la matanza
el orbe cubierto de olor a metralla
en tiempo de miedo tristeza y pavor
Luchando con fiereza hermano contra hermano
sin ceder ni un palmo al que viene detrás
maldiciendo la hora en que me hicieron hombre
entre campos bañados de sangre tierra y lodo
Con la sonrisa presta y el equipaje puesto
partí raudo hacia el pueblo querido
la guerra por fin había terminado
y yo regresaba a buscar a mi amada
Con insignias de capitán por el valor demostrado
y en el pecho la cruz de San Fernando
llegué a casa de mis padres con el alma alborozada
y tras los abrazos pregunté por ella
No la busques, se ha casado
con el amigo que tanto apreciabas
tenía dinero, una vida apacible
y te robaba la muchacha que tu deseabas
Las penas se guardan muy dentro del alma
el corazón cansado no quiere vivir
maldije la guerra y a sus generales
sabiendo que por ella todo lo perdí
Conteniendo la ira que se desbordaba
intenté calmarme más todo fue en vano
y partí raudo sin escuchar a mis padres
a buscar a la infame que me había olvidado
Al estar frente a frente me faltaron palabras
y bajé la mirada mientras daba la vuelta
Dios, que hermosa que estaba
con el vestido azul que la resaltaba
Me acerqué a la playa, que estaba cercana
a solas, en silencio, de pena lloraba
quise quitarme la vida más era cobarde
y no tuve valor al pensar en mis padres
Quedaron palabras prendidas sin dueño
en la triste hora del atardecer
y mientras una gaviota a mi me miraba
regresé a la casa que me vio nacer
Brotaba un suave ritmo distraído
de un violinista que lloraba también
una música fúnebre cruzaba la calle
y un perrito a su lado ladraba también
Mis viejos sueños duermen, se apagaron
la tarde se ha dormido, la noche ya despierta
es hora de recuerdos que vienen a la mente
junto a mis lágrimas que se lleva el viento
Silencio en la noche, ya sale la luna
por entre las nubes que van despejando
solo mi herida sobre el propio cuerpo
me recuerda que vivo sin haber vivido
Un tropel de gente viene
que mi amigo ha fallecido
ya mi amada quedó sola
más a mi no me importaba
fui a la iglesia a verle partir
a ese lugar del que no hay regreso
al mirarle la cara la vi desolada
Dios el muerto que tristes los ojos llevaba
Un vecino me ha dicho que le engañaba
aquella mujer que tanto adoraba
que con otros hombres también se acostaba
y él murió de pena, no lo soportaba
Hoy se que me mientes con la mirada
cuando al pasar me miras con fuego
que fuiste de todos y que no eres nada
tan solo la mujer de una triste moneda
Una tarde me llamaste por mi nombre
me dijiste me tu amor era sincero
te casaste sin saber porque lo hacías
influenciada por el alma del dinero
Te miré con la pena entre los ojos
al quererme besar yo te apartaba
mientras soplaba la brisa
de tu lado me alejaba
Ni una queja, ni un lamento
se escaparon de mis labios
una sonrisa, un desprecio
y un adiós, ya no te quiero
Solo me quedan recuerdos
de aquel amor tan sincero
y un regusto en la mirada
y aquel beso que no puedo
Que no puedo olvidar aunque quisiera
pues el corazón no sabe de mentiras
amar o no amar siempre lo decide
y aunque te mientas nunca prescribe
Soy el frutal de amores, viento helado
en que el dolor se embriaga hasta morir de olvido
rodando por la vida como un eterno riego
por aquella ingrata que olvidar no puedo
Entre las sombras que la noche extiende
se pierde lento mi eterno caminar
buscando la caricia de una mano amiga
o de aquella mujer a la que hay que pagar
Un resplandor de fuegos no apagados
una sonrisa a medio trastocar
y el dorado vino que bulle en mi copa
cuando algunas noches me salgo a emborrachar
Una tarde paseando una mujer vi llorar
mendigando una limosna que no le querían dar
deposité unas monedas en su blanca mano
y partí de allí sin volver la vista atrás
Al día siguiente de nuevo la vi pedir
en el triste callejón, la mano extendida
esperé curioso sin que me viera siquiera
porque una mujer tan joven, mendigaba caridad
Pasaron las horas, la tarde acababa
en un supermercado la vi penetrar
al poco salía con algo en la bolsa
caminaba sin pausa y me fui detrás
Una vieja casona solitaria
desgastada por el paso de los años
una fuente de piedra frente a la entrada
aquella casa respiraba soledad
Llamé intrigado, la puerta se abrió
una niña rubia de muy pocos años
me miró extrañada y me preguntó
quién es usted, lo sabe mi mamá
Me cogió de la manita, me llevo hacia dentro
cuatro sillas, una mesa y nada más
compartían el triste comedor desierto
y unas paredes desteñidas al compás
Al verme la dama bajó la mirada
y avergonzada me hizo sentar
reconoció en mi a aquel hombre
que la tarde aquella le quiso ayudar
Con aquellas monedas que depositara
en su blanca mano, por ser tan humano
quiso sonreírme más su triste risa
solo fue una mueca en su triste cara
Comprendí la miseria que la acompañaba
al ver en la mesa un poco de pan
unas patatas y algunas acelgas
y un vaso de agua para terminar
Me despedí cortésmente con una intención
ayudar a la hija, a la dama también
me acerqué al cura de la triste aldea
hablamos un rato tendido, los dos
Cada semana llegaba el cura con el capacillo
lleno de legumbres, de carne también
una nevera hizo los agrados
de los helados, de vino y de miel
Entre sonrisa ella me miraba
dando la esperanza a un nuevo amanecer
terminaba la espera, rumbo a la esperanza
como ráfagas de viento, acariciando mi rostro
Se encendía el amor, la llama ardiente
de nuevo brotaba en todo mi ser
en la noche soñaba que me acariciaba
que en los sueños era mi mujer
Per en el día, por miedo callaba
ella nunca supo cuanto la amaba
pasaban los meses, la niña crecía
mientras que yo de pena moría
Las penas del alma son penas de un día
que pasan y vuelven, que mueren contigo
si no encuentras el bálsamo que cierra la herida
que sangra y que sangra muy dentro del alma
El cura me miró, no quiso callar
al ver el dolor que a mi me partía
le contó la verdad, de cuanto sabía
le descubrió al caballero al que tanto debía
Una tarde llamaron a la puerta
en el sillón estaba reclinado
pensando en ella, mientras dormitaba
y aquellos golpecitos me despertaban
Abrí la puerta, allí estaba la ni8ña
rubita, bonita con cara de ángel
me cogió de la manita sin decirme nada
me llevó a su casa muy alborozada
Su madre de pie me estaba esperando
con ese vestido que llevan las hembras
al verme llegar, sonrisa me daba
me invitó a cenar, así me pasaba
Le hablé de mis sueños, de penas pasadas
de aquella mujer que me traicionaba
ella sentada, tranquila escuchaba
al terminar me dijo que también me amaba
Que supo de tanto que a mí me debía
de la comida que nunca faltaba
de aquel dinero que le acompañaba
al mirarla supe que no me engañada
Nos dimos un beso, un beso del bueno
en la alegre noche me volvió la calma
no más vino ni penas del alma
pues la hermosa muchacha a mi me quería
Al mirar a la niña, me guiñaba un ojo
y al acercarse me llamó papá
se abrazó a mi rodilla, pues más no llegaba
mientras yo su rubia melena, la acariciaba
Paseos ardientes en noche de luna
en el dorado néctar de las horas felices
ya no había sombras, tan solo la aurora
ante un bello manto que siempre durara
Una mañana entre besos le dije te quiero
y he de pasar la vida por siempre contigo
si no me rechazas la mano te pido
pues yo sabré cuidarte, a eso me obligo
Resuenan las campanas, alegres, joviales
la iglesia está llena, pues soy potentado
la gente curiosa que se arremolina
la espera es lenta, el novio no llega
La novia temblando está suspirando
la niña la mira y pregunta mamá
es que ese hombre a mi no me quiere
es que yo no puedo tener un papá
Montado sobre un carro de bueyes
en la mañana alegre el padre aparece
aquel hombre bueno al que tanto deben
y la mujer sin pensarlo corre hacia él
Su blanco vestido deslumbra el pasillo
la gente se ríe, comprende muy bien
ella me abraza, me besa en la boca
el cura sonriente la llama hacia él
Avanza colorada, mujer enamorada
el vestido largo donde dos niñitos
agarran la cola pues yo ellos no quieren
perderse el momento en que hay un después
y entre los banquillos un chiquito alegre
riendo muy alto le manda un besito
a la niña pequeña de melena rubia
amigo de la escuela, de ella también
La niña se aparta de su alegre mano
a aquel niñito le tiende una mano
le arrastra al pasillo, detrás de su madre
el niño avanza con aire marcial
Alcanzo el altar, me quedo a su lado
y miro al niñito guiñándole un ojo
el niño sonríe y aprieta la mano
de aquella niñita que quiere tan bien
El cura me habla, más yo no le escucho
y siento unas manos que aferran mi pierna
papá el cura te habla, te dice si quieres
amar a mi madre, no digas que no
Pues quiero un papito que cuide mis noches
me arrope en la cama con todo cariño
me de su besito de las buenas noches
un padre querido que nunca me olvide
Miré a la niña con sumo cariño
y dije tranquilo, y dije que si
llegaba la hora de las alianzas
maldita la hora en que las olvidé
La niña tranquila me dice bajito
no te preocupes papá pues yo las cogí
y me entregó la cajita donde reposaban
las dos alianzas de aquel gran amor
Mi mano temblaba cuando la introduje
en el firme dedo de mi enamorada
pasó aquel momento y un beso nos dimos
que duró largo tiempo sin pausa y temor
El cura tranquilo me puso la mano
encima del hombro y me despertó
yo sonriente le tendí la mano
y junto a mi amada tranquilo salí
Allí en la puerta la desdichada
que un tiempo pasado me dijo que si
al verme feliz con la enamorada
de llanto terrible su pecho rompió
Cayó de rodillas maldiciendo todo
pues se daba cuenta de que me quería
en el triste momento en que me perdía
por el tanto cuento que siempre llevó
La niña caminaba, la cabeza erguida
a todas sus amigas les decía, mirad
que tengo un papá que mucho me adora
y yo la miraba y la sonreía
Pasaron los años, transcurrió la vida
hoy yazco junto a mi esposa querida
en aquella tumba nunca solitaria
a ese otro mundo que nos hemos ido
Solo queda la casa vacía
la vieja chimenea, el fuego apagado
la calle solitaria con sabor a tierra
en los días de niebla de los meses de octubre
Y aquí acaba este cuento de un hombre perdido
y de una mujer que la vida no pudo vencer
que luchó por su niña con toda su alma
que supo guardarse también para mí
EStimado alejandro guardiola :
Reciba Ud. mis cordiales saludos en este día, y a través de este tema que nos deja,
como algo propio de su sentir, pues no puedo dejar de decirle que aquí valoramos
lo que nos comparte
como la expresión de su sentir, como no... Saludos!
Reciba Ud. mis cordiales saludos en este día, y a través de este tema que nos deja,
como algo propio de su sentir, pues no puedo dejar de decirle que aquí valoramos
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- alejandro guardiola
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- Registrado: Dom Feb 22, 2015 16:06
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Re: MI PAPITO
Gracias BIO-KAFFEE por tus palabras sobre el poema un poema donde juegan ilusiones compartidas, mis saludos
- alejandro guardiola
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Re: MI PAPITO
Gracias ROMANTYKA, a veces pensamos en mucho en estos momentos que el virus avanza, mis saludos
- alejandro guardiola
- * * * * * * * * * *
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Re: MI PAPITO
Gracias BIO-KAFFEE por tus palabras sobre el poema, un abrazo
- ALI AL HADED
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- Registrado: Vie May 28, 2010 12:51
Re: MI PAPITO
Estimado autor:
Te felicito por este poema, aunque largo, pero muy bien logrado.
Saludos cordiales
Te felicito por este poema, aunque largo, pero muy bien logrado.
Saludos cordiales