le dijeron que en un tiempo no lejano
perdería la luz de sus luceros

envuelta en sensaciones sin consuelo.
recorrió las veredas casi sin pisar el suelo.
Cuanto más andaba, menos apreciaba el cielo…
Llegó hacia el mar donde siempre reposaba sus miedos
y consumió su llanto prendida en el ocaso…
Levantó su vista y vio la belleza de lo que la rodeaba.
Guardó en su interior cada detalle…
Colores… muchos colores…
brillos… reflejos…
Guardó las texturas, de las rocas, de la arena…
mientras acariciaba con sus manos los detalles más pequeños…
Cerró los ojos y aspiró los aromas entremezclados en agua y sal…
Pensaba si sería posible recordar esa imagen perfecta
y retenerla en el alma como si fuera una foto
para poder consultarla cada vez que la invadiera la pena…

mientras tomaba de la vida, la alegría…
Sus sentidos estaban tan alertas…
Miró a su amor con la locura de una niña enamorada
y tomando su rostro dibujó sus formas con los dedos…
Clavó como puñales esa luz que la invadía
para llevarse dentro de sí la mirada más hermosa de sus días;
aquella que le ofrecía las respuestas desmedidas
de un sinfín de melodías…
Sabiendo que aunque su luz se apagara
podría reconocerlo en la noche de su tiempo eterno…

Ilusión de vivir… a pesar del contratiempo…
Esperanza que duerme en un rezo
con las alas alzadas siempre al cielo
