
¡La Ninfa de Eros!

Amor:
Quiero sentir tu piel, y tenerte junto a mí,
sentir el aroma de tu cuerpo, el sabor de tu aliento,
tocar tu rostro, y reflejarme en la luz de tus ojos,
acercar mis labios a los tuyos,
y postrar el más sensual de todos los besos,
que nadie te dió jamás.
¡Oh Dios, lo deseo tanto!
Deseo tanto abrazarte y cruzar mi corazón al tuyo,
fusionarlo en un solo latido,
adherir las montañas de mi pecho,
alzar mi pierna hasta tu cintura,
anhelante contacto con el supremo roce divino,
que se enciendan nuestros fuegos más sagrados,
reconociéndose, integrándose, aceptándose,
necesitándose con suprema urgencia.
Sentir justo en ese momento aprisionándome,
la generosa fuerza que subyuga,
en mi fuente, la dureza de tu virilidad más pura.
Subirme encima de su textura noble,
atrayéndote como imán que fulgura,
hacia la imperiosa necesidad de mi encendida llama,
que me acerques más hacia tu generosidad viril,
que como espada flamígera,
reclama con desgarradora furia,
su derecho a fusionarse en la piel de mi alma,
que es tan frágil, y entregadamente tuya.
El cielo único cómplice... me acercas lentamente
a tus labios para beber juntos, el elixir supremo de
nuestra completa entrega, haciéndonos uno sólo,
en el movimiento divino que enloquece y calcina,
conduciéndonos a la enajenación que delira,
en el ardor torrente de nuestras venas,
culminando en supremo éxtasis que fusiona los sentidos,
en un sólo cuerpo, alma, sentimiento y razón.
Te quedas allí, tierno, niño, hombre exhausto,
sobre la selena gota de mi agitado pecho,
que abulta exuberantes mis encendidos tronos,
al compás de nuestra respiración,
tratando de controlar el temblor,
que recorre y estremece,
espasmos de adoración que piden gloria,
¡más y más... y más!
al sentir el contacto de tus labios,
en la cima suprema que vibra emocionada,
al sentir la mágica succión que oprimes,
con tus húmedos labios de guerrero herido,
herido y calcinado por la augusta llama.
Suavizante ternura de mis manos,
recorren tu vientre y más allá,
bajo el impulso creador que denuncia,
la presencia masculina en plena excitación,
en donde se pierden las caricias sutiles de mis dedos,
para desencadenar de nuevo,
del volcán su erupción desenfrenada,
impulsando mi responsabilidad de real mujer,
en plena comunión con su hombre,
su coloso compañero que emite adonis sus gemidos
ahogados al enterrar sus labios en mi vientre.
Recostando nuevamente sobre mí,
tu cortejo inmortal que explora infinito,
las ansiadas esperanzas de mí, la geografìa,
el manto terso de mi cintura,
viajando con avidez hacia el contorno de mis caderas,
redondeando con voracidad,
la impaciencia de mis glúteos que no esperan,
para abrirse de par en par los arcos fuertes,
que conducen hacia el interior del templo,
donde aguarda, rebosante el exquisito cáliz
de la entrega pura, entera y profunda,
recibiendo tu generosa virilidad,
una y otra muchas veces mas,
sujetando con mis manos,
el rumbo que marca,
la dirección correcta del placer mutuo mas absoluto,
auxiliada por las tuyas, que ansiosas penetran,
los húmedos pétalos de la inmaculada magnolia,
de abierta flor otoñal en plena primavera,
haciendo más ardiente y suprema,
nuestra comunión mas perfecta de cuerpos y almas,
en un solo Ritual de Amor:
¡El de mi más suprema imaginación!

Doral.
(Todos los Derechos Reservados)
Asociación de Autores y Compositores Sinaloenses, A.C.


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