Relato en mis estrofas la promesa
que habita en la antesala del averno;
preludio de un adiós, es fácil presa
insomne en los confines del infierno.
¡Que día tan nublado, tan lluvioso!
se duele cual mellizo de la angustia;
la madrugada llora en tempestuoso
diluvio de apariencia gris y mustia.
Se nutre la razón con ilusiones
que pierdo al comprobar la felonía.
La historia, en un coctel de confusiones,
destapa el ataúd de tu ironía.
Obtengo al despertar, aquí a mi lado,
un triste amanecer que sabe a muerte,
un brindis al crepúsculo enlutado,
una copa de oporto por mi suerte.
Violento con mis lágrimas un río,
tormentas de dolor rompen su cauce.
Grita la soledad cuando de hastío
muere al pie de un augusto y viejo sauce.
Blanca Amelia Santos
(Blancawella.)
13/03/2007