
La piel del agua que nos bendice
eriza sus poros con el viento
que pasea los senderos
hasta el trono del sentir que rige.
La víspera y la fiesta de los besos
tienen farolado el corazón de las ganas,
desgajando el rubor de la mirada
que vuelca su caldera donde te deseo.
Me dejo caer por las rendijas de tu noche,
vestida de agua, cegadora de luna
litoral y ola tacto, sensación y figura
con la brasa traviesa dándote coces.
Racimo madurando en tu piel,
sed y mosto embriagando tu sueño
de fantasías, temblor y cielo,
danza lúbrica del ciego placer.
Esencia