¿Qué es un sueño? Un espacio.
En ese espacio
es en el que siempre vagamos
sin saber de dónde ni para donde
y mucho peso sentimos.
Al rato… ese peso nos lo quitamos
para encontrar “otro golpe”.
Ese “otro golpe” es nuestra muerte
que se nos viene encima.
¿Para qué vivimos? Para ser.
¿Para qué somos? Para morir.
Al fin, vivimos para no existir:
Vivos no existimos... nos faltan.
Muertos nos respetan... existimos.
Vivos nos olvidan,
muertos nos recuerdan… existimos.
Vivimos para ser,
somos para morir,
morimos… para existir!
Total, el espacio donde estamos
“es un inmenso dado roído”
o un dado desgastado
que nos quita el pellejo.
En este mismo espacio
en el que vagamos
es donde tenemos idea perdida
de lo que buscamos.
¿Qué buscamos?...
¿Alegría, tristeza,
satisfacción, destrucción?.
No sabemos.
Algún apoyo buscamos
y desilusión es todo lo que encontramos.
¡Para qué existir…!
¡Para qué vivir…!
¡Para qué morir…!
No sabemos qué hacer…
tampoco hacia dónde ir…
tampoco qué comer…
tampoco dónde morir.
Somos sombras de nadie
alumbradas, ¡Sí… por la muerte!.
Somos sombras de nadie
apagadas también por la muerte.
Somos sombras multicolores,
somos de un color religioso,
de otro color político,
de un color de lengua.
Pero al fin y al cabo,
ante la muerte somos
unicolores en menoscabo.
Tenemos idea oscura
de “qué” y para “qué” somos.
Estamos en la espesura
o en un rincón del cosmos.
Tenemos la misma desventura
del canario en su jaula.
Tenemos todo… ¡Todo!,
pero nada poseemos:
Ni nuestra misma vida,
ni nuestra misma muerte.
Nuestra vida está perdida,
así como encontrada la muerte.
Es la muerte donde vivimos,
es también donde gozamos,
es donde todos siempre dormimos,
es donde todos nos encontramos.
¡Somos sombras… alumbradas por la muerte!
¡Somos sombras… apagadas por la muerte!
- - - - - - - - -
Mariano Bequer.
El Callao (Perú), 14/08/64