en todo el mundo entero.
Una oración o un rezo,
hecho con buenas ganas,
nos deja limpia el alma
y el corazón sincero.
En silencio, sentado,
medito mi destino
y con leve suspiro
un ángel casi humano
me acoge en su regazo
al ver lo que he sufrido.
Señor, sé que me escuchas
y sabes lo que siento,
sabes como me encuentro,
también sabes mis dudas,
mis cotidianas luchas,
mis triunfos y lamentos.
Cuento siempre contigo
Señor Omnipotente;
cuando ante ti me encuentre,
te pido arrepentido
perdones lo que he sido,
para que al cielo yo entre.
- - - - - - - - -
Mariano Bequer
Maracaibo 16/05/09