mofose de mí, silvante y travieso;
cuando al irte tuvo, al fín ,tu beso,
lo quiso alcanzar mi boca con tiento.
¡Ay! Pobre de mí, yo aquí en tu cimiento
y tú tán alta, esperando a un preso.
Mil años de perdón, llegando a creso
quien regrese con él al firmamento.
Tanto se burló, rió el viento en mi oído,
-jamás harás tuya la luz que falta-,
que en tres ocasiones tuvo un descuido;
No vio que mi mano su cuerpo asalta,
después pude asirlo, soltó un aullido.
Viento descuidado, mi amor se exalta
y luego sobresalta:
su tercera torpeza lo fue a empujar
de nuevo a tus labios, donde debe estar.