
y verteré mi sangre gota a gota…
Para que reverdezcan los trigales
que me ha donado tu boca.
Subyugaré al tiempo, la distancia,
y sin pensarlo siquiera me treparé
en la esperanza, para adorarte por siempre
aunque se consuma mi alma.
Cuando la noche se aturda, entre cocuyos
y ramas, respiraré con nostalgia
por los recuerdos que pasan,
y van quedando en el alba.
He perdido tu mirada, y la mía,
también la has perdido,
reposaremos indemnes
sin concebir la añoranza.
Me aferraré a la tierra con las uñas,
para arrancarle tu alma;
para que puedas sentirme
y vuelva por fin la esperanza.