
No dejo de pensar en la apariencia
que ha de tener mi último minuto,
instante fugazmente diminuto
en que libere amarras la conciencia.
Quizás tenga matices de imprudencia
vestirse antes de tiempo con el luto,
es que ese instante, póstumo, absoluto,
lo llena a uno de angustia y de impaciencia.
¿Que amigos estarán junto a mi lecho,
al ver la última luz que este encendida
tal vez no esté ninguno, es su derecho.
La muerte es un asunto de por vida
solitario y de cuerpo ya maltrecho,
que no admite que ganes la partida
su arribo no intimida:
tendré ya preparado mi bagaje
sonriendo y bien ligero de equipaje.