
meditando de la vida,
preguntándose en silencio
cómo sanar las heridas…
A los lejos observaba
a su niño más pequeño
que entre risas resonaba
el color de sus destellos…
Al mirarlo contemplaba
la energía de sus juegos
y entendía en su mirada
que allí anidaban los sueños…
En el ángel pequeñito
asomaban las caricias
que llegaban como magia
a la puerta de su vida…
Se acercó con un tarrito
que había llenado de arena
y le dijo muy bajito
con los ojos de sorpresa:
-¿Levantamos un castillo?
Yo te doy las herramientas…
Y en las manos de la madre
puso una pala pequeña…
En el rostro se encendieron
un puñado de quimeras
¿cómo decirle que no
al ángel de amor que lleva…?
Y así… con la mirada tan plena
junto al niño levantó
una a una las tristezas
transformándolas en vida
para llenarse de fiestas…
¡Cuánta enseñanza que dejan
los niños sin darse cuenta…!
Vale la pena pensar
que todo tiene una vuelta…