
Su corazón de fuerza inveterada
el Estigia ha cruzado sin Caronte,
sin siquiera saber si el horizonte
era el punto de encuentro con su amada.
La risa de una hiena despiadada
se burla con un trino de sinsonte,
creyendo inverosímil que remonte
la corriente feroz y envenenada
convertida en el eco de un aullido,
que invade hasta las venas de temor
sin por ello sentirse ya vencido,
entre las olas rema por su amor
sabiendo que después de lo sufrido,
la alondra cantará a su ruiseñor.