Era cuestión de mostrarse abierto a aquel sonido silencio que se movía entre las ramas de álamos brillantes, el viento susurra su llanto frío, que caló los huesos al aire de aquel animal. Gritó.
Su gritó recorrió al mismo tiempo aquel bosque y se oyó porque había alguien quien lo escuchará, me alarmé y torcí el gesto, ¿qué había sucedido? ¿quién había roto aquel silencio tan ruidoso con aquel agonizante grito estrambólico? Se oyeron jadeos, ladridos, aullidos y finalmente, aquel ruido se volvió silencio, justo en el momento en el que aquella agua, se teñía de magenta sangriento.
Solo quedo aquel silencio, pero esta vez, carente de los ruidos dulces y toscos del riachuelo.
Buenas tardes/días/noches según su ubicación geográfica queridos poetas, amigos de aquella caprichosa seductora que es la aventura y la forma de vivirla que todos tenemos. Escrito pequeño, con mucho dentro.