Raudos los recuerdos, raudos
me dejan solitaria y vencida.
Soy una sombra que gime
y se enloquece en el silencio.
Caminar y caminar, sin horizontes,
por los caminos que agonizan
y perturban mis surcos;
mis ansias de mujer impetuosa.
Me pesa esta humanidad marchita
que no florece, que se pierde…
Me pesa y de verdad me quema,
el ocaso de mi piel en tu vientre.
Deshago mis pasos en tu espalda
y de ella surgen mis afanes…
Dormito inerte entre tus brazos;
me despierto, y todo es un sueño.
Me pesa esta humanidad marchita
que se disipa, que se contrae,
que no puede vivir en los sepulcros
y le horroriza quedarse fuera de ellos.
Diciembre de 2007