La maté porque la odiaba.
La maté porque era más fácil morirnos juntos...
La maté porque era más fácil morir a su lado.
La maté porque era fea...
la maté porque era bonita
la maté por todo lo que me dijo
todo lo que me hizo sentir...
La maté porque no tenía más opción,
la maté porque no tenía más razón...
la maté por falta de fundamentos...
y sentimientos de sobra.
La maté por el ardor de sus besos...
la maté por la humedad de su sexo...
la maté porque extrañaba que me asesinara...
la maté porque no tenía nada más que hacer.
La maté por sus mañanas de lluvia,
la maté por sus palabras nocturnas...
la maté porque anhelaba oír su respiración...
y la corté para siempre, para que nadie la escuchara ya más.
La maté por cada mirada...
por cada "te amo", la apuñalé.
La maté por cada minuto que gasté con ella...
cada minuto que estuve solo, pensandola.
La seguí mucho tiempo...
la aceché en la oscuridad.
La amé por última vez, mientras la besaba,
y clavé la puñalada hasta que el filo llegara a donde ella llegó:
el corazón.
Quizá fue un poco de aburrimiento.
Y un poco de pasión.
Quizá fue una gran dosis de impulso...
y un pulso lento que se desvanece sin razón.
Y la maté porque la maté.
Eso es todo lo que puedo decir.
Y si no es suficiente excusa, hay algo de defensa propia...
porque ella ya me estaba matando antes,
cuando me dijo "Adiós".
Quizá fueron sólo delirios...
quizá al matarla, morí más yo.
Pero más alllá de los motivos y las palabras,
no hay nada más que hacer, ni decir...
No hay nada más que escribir...
o pensar...
o investigar...
Este es un caso cerrado.
Porque esta noche ella esta muerta.
Estoy muerto yo.
Luciano Silvera
http://someoneundertherain.blogspot.com/ (espero comentarios)
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