Jacobo llama desde Tel Aviv a su hijo Samuel que emigró a Nueva York y le
dice:
- Lamento arruinarte el día, pero tengo que informarte que tu madre y yo
nos estamos divorciando, cuarenta y cinco años de sufrimiento es
suficiente.
- Papi, ¿de qué estás hablando? ¡Y justo antes de las fiestas! - grita el
hijo.
- No podemos soportar seguir viéndonos, le contesta el padre. Estamos
hartos el uno del otro, y estoy cansado del tema, así que es mejor que tú
llames a tu hermana Anna en Chicago para contarle. Y corta el teléfono.
Desesperado, el hijo llama a su hermana quien explota en el teléfono:
- ¿Cómo que se están divorciando? ¡Yo me voy a hacer cargo del asunto!
Inmediatamente la hija llama al padre y le dice:
- Ustedes NO se divorcian!. No hagan nada hasta que yo llegue. Ahora mismo
vuelvo a llamar a mi hermano y vamos los dos con ustedes. Hasta entonces no
hagan nada ¿ESCUCHASTE BIEN?
El padre deja el teléfono, mira a su esposa y le dice:
- Muy bien Rebeca, todo salió perfecto... Los dos vienen para las fiestas y
se pagan los pasajes.
divorcio judìo...
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