con lenguas enlazadas por un beso
que en cárcel de pasiones vive preso.
Despoja la locura sus sentidos.
Son dardos tan sensuales, atrevidos,
la libido despierta en grito obseso
del sexo que hace arder en embeleso
la sangre de dos cuerpos desequidos.
Sus manos no me cesan, van desnudas,
sujetas en placer desaforado
al paso de las sombras que sofocan.
Miradas que se clavan, dejan mudas
escenas de un futuro sin pasado
que estremecen mis dedos si me tocan
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