Fue al mirarme en el espejo de tus ojos
Y al sentir el suave roce de tus manos,
Que mi alma fue elevándose hacia el cielo
Penetrando en el jardín de tus secretos.
Embebida en el perfume de tu cuerpo,
Mis sentidos se entregaron al deseo,
La conciencia poco a poco fui perdiendo
Y en ensueños el edén fui descubriendo.
Como un suave campo verde se extendían,
Las caricias que en mi cuerpo tú dejabas
Y cual fuente de agua dulce y cristalina,
De tus labios las palabras desbordaban.
Cual caliente sol que inflama mi piel tibia,
Fue el roce de tu ardiente piel morena;
La belleza de un jardín en primavera,
El sentirme en tu mirada la más bella.
Cual la miel más exquisita antes probada,
La dulzura de los besos que me dabas;
El trinar más armonioso de las aves,
Los suspiros que tus labios exhalaban.
Encontré en el refugio de tus brazos,
El arrullo de un arroyo cristalino
Y en el suave palpitar de tus latidos
La quietud de las estrellas en el cielo.
Cecilia Rico de Viamont