Sobre un monte soberano
levantado por mi arcano.
Por zafiros yo te veo
siempre bella y majestuosa
como un mágico trofeo.
Presidiendo cada cosa;
va tu risa, van tus ojos,
tu vocablo, tus antojos
y tu entrega generosa.
Elevada a una diosa
por los íntimos alojos
desprovistos de cerrojos
pues el alma les rebosa.
En plegarias yo moldeo
diariamente fabulosa
magnitud de lo que creo:
Qué el Señor me de temprano
los calores de tu mano…
¡y en materia mi deseo!…
En esta ocasión octosílabo...