Corren lentas las horas
cuando esperas y extrañas al ausente.
Es el amor que hace la espera ardiente
y te abrasa la ausencia.
Te has hecho de la espera prisionera,
en tanto crece en tu interior la hoguera.
Reclamas con urgencia
que regrese, pues sufres la impotencia
y suplicas y lloras
y que a tu lado vuelva al cielo imploras.
Te estás enamorando.
Y tienes la mirada refulgente,
y respiras un aire diferente,
y te sientes dichosa,
y vives la grandeza de lo eterno,
y ese tu fuego interno,
se refleja en tu frente luminosa;
tu cara siempre hermosa
nos está confirmando
que de verdad te estás enamorando.
Aseda su camino
porque regrese a tí con raudo paso,
y se cambie tu sueño por presencia
sea vuestro destino
abandonar al fin tanta abstinencia;
que al llegar el ocaso,
llegue también su amor ardiente y fino
y cumplido tu sueño
solo el amor, de ambos será el dueño.
Siempre la sencillez
imprime a la poesía tal belleza,
tanta delicadeza,
que trasmite esa misma placidez,
esa misma ternura,
que la sonrisa limpia, alegre y pura
del niño que te mira con franqueza,
y con tanta dulzura
que lleva en cada gesto siempre impreso
con igual nitidez,
belleza, cercanía, calidez
con el afecto y amistad de un beso.
Madrigal
cuando esperas y extrañas al ausente.
Es el amor que hace la espera ardiente
y te abrasa la ausencia.
Te has hecho de la espera prisionera,
en tanto crece en tu interior la hoguera.
Reclamas con urgencia
que regrese, pues sufres la impotencia
y suplicas y lloras
y que a tu lado vuelva al cielo imploras.
Te estás enamorando.
Y tienes la mirada refulgente,
y respiras un aire diferente,
y te sientes dichosa,
y vives la grandeza de lo eterno,
y ese tu fuego interno,
se refleja en tu frente luminosa;
tu cara siempre hermosa
nos está confirmando
que de verdad te estás enamorando.
Aseda su camino
porque regrese a tí con raudo paso,
y se cambie tu sueño por presencia
sea vuestro destino
abandonar al fin tanta abstinencia;
que al llegar el ocaso,
llegue también su amor ardiente y fino
y cumplido tu sueño
solo el amor, de ambos será el dueño.
Siempre la sencillez
imprime a la poesía tal belleza,
tanta delicadeza,
que trasmite esa misma placidez,
esa misma ternura,
que la sonrisa limpia, alegre y pura
del niño que te mira con franqueza,
y con tanta dulzura
que lleva en cada gesto siempre impreso
con igual nitidez,
belleza, cercanía, calidez
con el afecto y amistad de un beso.
Madrigal