
Era azul ese sueño en tu alborada
y era blanca inocencia sin alarde,
nacida donde el sol su llama arde
era tu luz de alba inmaculada.
Mas fue el cristal trizado en tu mirada,
segada tu pureza aquella tarde,
infame aquel, su mano tan cobarde,
cortó la flor su garra despiadada.
Eras níveo rosal iluminado
y era de amor tallada tu figura
por el añil de un sueño coronado.
En tus pupilas fue la noche oscura,
mortaja de tu anhelo quebrantado,
donde halló la inocencia sepultura.