La vida.

[DanielMF]

La vida.

La vida… ese pequeño espacio vacío que apremia con caminatas eternas y noches atenuantes.
La vida no es un destino; ni si quiera un bálsamo.
La vida es ciega, sorda y muda.
La vida no es justa ni lógica y se ha encargado de golpear a sus vástagos súbditos, para que ellos, desde arriba (triunfantes, claro está) traten de convencernos al resto de que debemos sufrir igual o peor que ellos para lograr saborear de esa dicha en la que ellos presumen radicar.

La vida se encarga de cansar a los amigos y no le interesa cuan solo estés o cuánto tiempo le hayas invertido a cada persona que se digna de desordenar y despeinar el alma nuestra, un poco más.

La vida ni si quiera es dura o hermosa como lo presumen a estrepitosos rasgos las etiquetas perfumadas, de cualquier carta abastecida de un positivismo, criminal, ciertamente, frente a un panorama evidente; la justicia y los sueños jamás han tenido nada que ver con la vida. Para la vida, los anhelos, las fantasías y las metas, son trances meramente burdos y ociosos del ser humano, que desperdicia ese valiosísimo tiempo en soñar, en vez de aprender a diseñar edificios monopólicos ó emprender el camino hacia la búsqueda de la cura del cáncer o la diabetes.
Y ni hablar de lo que, para la vida, representa una poesía o una melodía y el amor… juega ese papel de pasatiempo que, en gran parte, cubre esa ignorancia del mismo ser humano, que no sabe
Ser feliz consigo mismo y tiene que buscar la estabilidad emocional en un cuerpo ajeno.

Para la vida, una carcajada, un grito de libertad, un trago de viento o de cerveza son simples ruidos disonantes; para ella, da lo mismo un pedazo de piedra que un pétalo de flor o un letrado caballero de blanca sonrisa.

La vida no es una prueba ni un plan a largo plazo; vivir engorda y envejece y, a veces, mata, y otras veces, también.

Quizá sea por ello, que sólo un loco o un párvulo de naturaleza desnuda que ha radicado en un vientre durante nueve meses, se atrevería con toda la ignorancia que le aporta el ser un completo extraño a cada uno de los elementos de la vida, el valor para entrar a la misma.

La vida carece de lógica, sistema u organización. A ella, quizá, le sea ajena la magnitud del peso que deja caer en un simple mortal, que sólo forma parte de todo este teatro involuntario que forma, con todas sus coincidencias, la vida. Aunque las coincidencias no existan.

La vida en un futuro incierto.

A ella no le importa la tristeza ni la melancolía de un hombre derrotado, ella, despreocupada, sigue caminando, maquinando dinero, adorando a deidades y empachándose de guerras o hambruna, cargándose culpas, glorias y muertes. Es por ello, que la vida pesa; pesa por todo lo muerto que nos carga: vidas, minutos, rostros, personalidades…

La vida, nos roba paciencia, pues, la necesita para tolerarse y, en cambio, nos pobla de insomnios incesantes, rencores o incertidumbres.
A la vida le es indiferente la eterna pelea por ver quién es el mejor; ella se desnuda al primer tipo que le guiñe un ojo.

El futuro incierto, la lucha constante y las esperanzas, viajan al margen de la vida, que si bien, no conforta, tampoco hace mucho por evitar todas esas catarsis. Pues, insisto; le falta prudencia.

¿Cuerdo o loco? No lo sé; soy demasiado ignorante para dar un desenlace a lo que, por sí solo, ya es una osadía.
Pero el recurso para jugar, es el mismo; reír igual de ilógico que la vida.

Ser igual de incierto y burlarte de su seriedad como ella se burlará de tu ingenuidad.

La vida frente a uno mismo; representando una constante lucha que nadie, ni tú, ni la vida, ni yo; nadie nunca gana y que sólo la soberbia muerte decide cuando finiquitar.

Daniel.