Destino
En el jardín del Edén una pequeña y triste flor contempla taciturna al aire.
Te envidio, tú eres libre –habló la flor-. El aire, sinuoso, le contestó:
No has de lamentar sino agradecer.
No –sollozó ella –yo estoy atada a la tierra y cualquier día alguien vendrá y pisará, porque soy diminuta y frágil.
Tú no entiendes –susurró el aire –tu lugar es ahí.
Yo no acepto esto –replicó llorosa la flor –nadie me preguntó qué quería yo.
Dios te hizo así porque es lo mejor para ti –casi cantó el aire con dulzura.
Yo no soy feliz –quejó ella con obstinación –así que le pediré a Dios que lo cambie.
Tan sólo un: “cuida lo que deseas” se oyó como respuesta.
Días después un fuerte viento atestó el jardín pero sólo una flor quedó destruida tras el suceso.
Mírame –habló complacida ella –al fin vuelo libre como tú –dijo ondeando con sus bellos pétalos rasgados antes de terminar su caída final.
Tú no entiendes, hermana, siempre fuiste libre –lloraba el aire en pequeña llovizna –más has necesitado morir para sentirlo.
Dios cumplió tu petición, agradece al menos esta vez, hermana.
Espero que os haya gustado, muchas gracias

Atte. Muzzayyan