NO HABRÁ QUIMERAS
Que lástima que mi palabra calle,
que no me veas ya nunca más
recorrer las sombras de tu calle.
Que lástima,
que no queden atrapados
tus años y suspiros en mi valle.
Que pena
no poder acompañarte en cada tarde
y ver morir el sol abrazado de tu talle.
Que condena,
cuando esperes besos y las caricias tarden,
mientras las estrellas del amor
en lejanos torbellinos arden.
Que triste es el adiós
que rueda de tus labios
en crepúsculos de sangre.
A partir de ahora,
buscaré mis sueños
en el brillo de cualquier estanque,
en el claro de la luna,
en el hombro inerte,
que se queda sin tu peso
sin poder ya nunca acariciarte.
No podrás engañar al tiempo
y decir que me olvidaste,
no habrá quimeras en el eco de tu risa loca,
sólo la caricia ausente,
del amante beso,
que tomaste de mi boca.
Leonardo Sáenz Baez.