
LA MUSA DE MI TIEMPO

Soneto Madre
Aquí, do el tiempo cálido reposa
se vuelca mi lozano pensamiento,
Deméter que resguarda su alimento,
rubores en tus alas mariposa.
Cultivo tu palabra dadivosa,
y un vértice sobrado en movimiento
declama mi poema al ornamento
la luz de tu cintura primorosa.
Te quiero mi preciosa jerezana
y yo rendido en túrbidos placeres
padezco la insolencia provinciana;
le escribo a tus eternos procederes
mi música coqueta y soberana:
¡el toque de tus yemas rosicleres!
I
Aquí, do el tiempo cálido reposa
sucumbo en la premura de tu ausencia,
es présaga cautiva, la abstinencia
d’un beso que soñó tu piel sedosa.
La prístina elación tan quisquillosa
sugiere una premura sin conciencia,
¿tal es así mi ingrávida sapiencia
que busca florecer como una rosa?
Me basta mi creciente filigrana
que dice en azorado sufrimiento
la musa de mi tiempo se me ufana,
retomo poco a poco el argumento…
y en ápice de altiva lusitana
se vuelca mi lozano pensamiento.
II
Se vuelca mi lozano pensamiento
al tiempo en que mi musa me suspira
el verbo que el amor ferviente estira
sin pena, sin rubor, sin juramento.
¿Corona del poema, tu segmento;
segundos que se pasan, la mentira?
¡pendiente que en tu cuello gira y gira
la voz que te sugiere un llamamiento!
Instantes en que anhelo poseerte
¡oh musa confidente de mi pena,
pequeña, te contemplo tan inerte
dolor que te agudizas, macilento!
y miro tras cortina de azucena:
Deméter que resguarda su alimento.
III
Deméter que resguarda su alimento,
alforja suculenta en que los frutos
del huerto carmesí, son los tributos
y amor existencial, su nutrimento.
Miré por tu collado tremulento
y dije a mis adentros y estatutos:
“¡qué importa divagar por institutos
si encuentro tu pasión y sentimiento!”
¡Oh musa, festival en que veía
la tinta de mi pluma y su valía!
tu sombra fulgurante se desposa
en tiempo que otoñal dice: “¡presente!”
y es ninfa de sublime precedente,
rubores en tus alas mariposa.
IV
Rubores en tus alas mariposa
persiguen a la aurora palpitante,
¡Es Cronos que con tono provocante
sostiene a la amazona victoriosa!
¡Qué fresco tu cabello y qué grandiosa
la crústula que guarda el remanente
del tiempo que excedido y permanente
espera tu inocencia glamorosa!
Palabra inagotable la que escribo,
decid: “inspiración sabes a menta”,
en torno a lo presente, yo derribo
aquello que te estorba presuntuosa;
y en medio de mi tierra Cenicienta
cultivo tu palabra dadivosa.
V
Cultivo tu palabra dadivosa
lombardo un aprendiz de sonetista,
rojizo el arrebol como amatista,
se mima con tu perla silenciosa.
Decore tu vestido, chuparrosa
con hilo y con encaje clasicista,
el símbolo adyacente, detallista
de nota afrancesada y perniciosa.
¡Declaro que mi musa es la balanza,
y en tiempo de escribir es añoranza!
Ponedme en juvenil predicamento
si existe algún rumor meditabundo
que exponga un desarrollo inverecundo
y un vértice sobrado en movimiento.
VI
Y un vértice sobrado en movimiento,
vestido de esplendor y lentejuela
encierra entre su manga la vihuela
con brazo de Quirón: ¡es lucimiento!
Qué porte, qué ilusión y qué talento,
exorna con vigor la ciudadela,
aquella que probó tras la plazuela
el fuerte resollar del condimento.
Recuerdo tus favores, me ilusiono,
tu libro lleva el sello que’s historia
pasado y tu presente sin encono,
sin rumbo está mi verso como el viento;
meliflua condición que inspiratoria
declama mi poema al ornamento.
VII
Declama mi poema al ornamento
la lírica difusa y pensativa
¡oh ninfa juvenil, tan atractiva
dejadme ser tu tiempo manifiesto!
Distingue por sedeño nacimiento
la punta que mirífica y pasiva
esconde bajo llave insinuativa
la gracia matinal de tu aposento.
Tu rostro se trasluce con el astro,
campánula coqueta: ¡qué delicia!
percíbase tu planta de alabastro
pisar mi corazón, mujer virtuosa;
y ofreces con lumínica caricia
la luz de tu cintura primorosa.
VIII
La luz de tu cintura primorosa
es dulce insinuación a mis catetos,
quien haya de leer estos cuartetos
verá la musa fúlgida y dichosa.
Excelsa está la pieza decorosa
e impávido mi genio, ¡qué secretos!
no existe una respuesta a mis libretos,
caléndula que posas orgullosa.
Recíbase la gloria del estío:
tu rostro virginal con su atavío
y el ánfora de gracia sevillana
que al paso de mi véspero creciente
escribe sobre placa transparente:
“te quiero mi preciosa jerezana”.
IX
Te quiero mi preciosa jerezana
e insiste mi plumilla bivalente,
¿por qué la situación es diferente
al délfico vaivén que te desgrana?
Umbrático tu pecho, mexicana
la misma florecilla que obediente,
a izquierda de tu frente se consiente:
decora tu cabello de obsidiana.
Feroz como el jaguar precolombino
resguardo tu figura y sus deberes,
“Citlalli” das llenura a lo perlino,
encarnas el pudor de las mujeres;
y tú gozosa estás, es tu destino,
y yo rendido en túrbidos placeres.
X
Y yo rendido en túrbidos placeres
pregunto si es verdad lo que veía,
¿a dónde te diriges fantasía
si el nimbo de tu tez dice que mueres?
¡Llorar como tú lloras si te fueres!
venablo entre mi sien es cosa mía
y tu áurico sostén es simetría,
¡así llevas mi bien a tus haberes!
Minuto sosegado lo que vivo
y el cuadro donde estás: ¡es persuasivo!
asomo mi presencia en tu persiana
e imploro sin razón a lo discreto
que incluso en el calor de tu boceto
padezco la insolencia provinciana.
XI
Padezco la insolencia provinciana
y el fatuo respingar en dormitorio,
transmútase mi verso y repertorio
al punto cardinal, su valenciana.
Tu enjuta insignia mira a la pagana,
oh niña pues tu fértil territorio
a cambio de sufrir viste abalorio
¡qué fuerte es tu carácter cortesana!
Tercera mi abstracción, escribo en clave
para encontrar respuesta no tan suave,
más el amor suscita amaneceres
y entre mi voz retumba despacito
meliflua paz que en ínclito granito,
le escribo a tus eternos procederes.
XII
Le escribo a tus eternos procederes,
y exacta se compone melodía,
cual novio en festival de lozanía…
vivid en este mundo si me quieres.
La cumbre se despide, menesteres
en lascas de zafiro te veía,
y anhelo disfrutar la sintonía
que llevas en tu piel como alfileres.
La nieve de las cúspides voraces
adorna los minutos que fugaces
convergen en tu lengua castellana
y explican la razón de tu infinito…
¡oh ninfa, te regalo en coralito
mi música coqueta y soberana!
XIII
Mi música coqueta y soberana
aplaude tan austera caracola,
valiente permaneces, nunca sola,
el tiempo se detiene en tu ventana.
Tan blonda en la pintura meridiana
asoma la maltrecha fumarola
y el pámpano te dice: “mi española,
la musa del poeta es quien me llama”.
A punto de rendir evocaciones
recuerdo mi lirismo en tus blasones,
producto de mis tórridos deberes
que siempre han de pensar en tu fragancia…
¡Ya es tiempo de sentir en abundancia
el toque de tus yemas rosicleres!
XIV
El toque de tus yemas rosicleres
y el último soneto de mi pluma
se funden tras cortina que es la suma,
el clímax del amor… anocheceres.
¡Oh vida que ha llegado, si supieres
que al fin la unión parnáside en la espuma
selló con su torrente y con la bruma:
“la musa de mi tiempo” en mis saberes!
Así las matemáticas enervan,
el peso y la medida se conservan
qué linda eres mi musa, prodigiosa
redoblo mis esfuerzos, te deseo…
final de mi visión, revoloteo
aquí, do el tiempo cálido reposa.

Corazón de Jaguar ©
(Derechos Reservados)
[ |
|
|
|
|