
Se negó varias veces a salir de su casa
pues amaba a su pueblo y adoraba a la gente,
al morir el marido quedó sola y doliente
renunció a toda ayuda y su renta era escasa.
Un vecino del pueblo socarrón y con guasa
la llamaba “la bruja”, expresión maldiciente,
aunque usaba potingues al sanar al paciente
y con mágicos ritos terminaba muy lasa.
Yo buscaba un motivo para cierta pintura,
la elegí de modelo, y en su llar encendido
me invitó a que pasara, y pinté tal postura.
Hoy mirando su cuadro casi estoy sorprendido
cuando veo la imagen de esa extraña figura…
¡Del silencio tan sola y tan sola en su nido!
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