Hoy el viento rosó tu silueta
Vi el sol de tu sonrisa en el ocaso,
Acaricie el sollozo de tus cabellos zanahoria
Y me perdí en el añil de tu mirada.
Hoy la dulce carcajada de las olas del mar,
Cobijaron nuestro tenue y melodioso encuentro,
Hacía tanto, pero tanto tiempo,
No disfrutaba de tu abrazo,
Del dulce despertar de mi respiración
Luchando y maldiciendo al viento,
Por no querer perder la esencia de tu cuello,
Ese aroma infinito que me envuelve,
Me hace recordar nuestros momentos
Es como suave arena de cielo, es como
Una caricia veraniega en la mañana, deslizándose en mi rostro…
Y bien amor mío…
No me prives más de tu presencia
Este tiempo asesino, hiere mi cuerpo
Tan sólo no te vayas más.
Es un profundo tormento en mi pecho
Te extraño tanto cuando no estás
Que ni si quiera quiero que termine este poema,
Porque mis letras también te recuerdan al emerger de mis dedos
Provenientes directamente de mi corazón…
No te vayas, ingrata corazón de hierro
No pises más los sueños que delicadamente
He puesto bajo tus pies de plomo,
Quédate bendecido candor de verano,
Déjame tenerte una tarde lluviosa,
Una noche clara, una mañana fría,
Y hazlo por siempre mi bien…
Por siempre…