
EL PLACER DE PENSARTE
Me siento como esa delgada luz
que se agazapó entre tus ojos,
la penumbra que delineó tu rostro
perdida en el umbral de un atardecer,
de ventarrones fríos
y siento morir en cada instante
cuando abrazo la noche
para cubrirme con su aliento.
Me gustaba tanto vestirme con tus besos
visitar la gloria de tu boca,
recorrer caminos inimaginables,
con ese sabor a otoño de plumas ocres
y cobijarme bajo la sábana de tus brazos
que parecían dos alas transparentes.
Me gustaba tanto cuando tus ojos
se encontraban casualmente con los míos
y en comunión de amor se hacían cómplices.
Por eso te pienso. . . por eso,
te extraño en cada tarde
y me entrego al placer de tus recuerdos,
hago míos cada uno de tus momentos
mientras el sol va apagando su brillo
y comienza a aparecer la noche,
con sus tinieblas clandestinas.
Así me quedaré dormida bajo su sombra
en el tenue crepúsculo vespertino,
con una sonrisa inerte dibujada entre mi boca,
porque te pienso y te abrazo en el universo.
Esmeralda
(Derechos Autor)
