
Puede ser este el último poema
pues mi pluma agotada casi rota
es posible relate el nuevo cambio
y cuitas muy penosas.
Soy el nuevo inquilino de este asilo,
por mi bien, (comentaba la familia)
al dejar a la fuerza barrio y casa,
¿qué feliz…? ¡qué ironía!
En mi casa era el rey era el señor
pues amaba a los muebles, a los cuadros,
a mi cama, a mi libros, mi sillón…
amaba hasta mi gato.
¡Tantos años!... ya son de mi ser parte,
me duele abandonar y para siempre
lo que fue el decorado de mi vida
mi rutinario ambiente,
mis amigos. el banco de la iglesia,
mis paseos por prados y montañas…
yo no sé, pero al verme tan vencido,
siento romperse el alma.
Pues estaba muy solo y sin ayuda,
aquí son demasiados, todos viejos,
y no se oyen las voces familiares
tampoco las de nietos.
Estoy cual deahuciado en este gueto
pendiente del final que nos espera
es el clima presente cada día,
moriré, mas de pena…
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