Ay mi banco senil ,banco del parque,
nos hallamos los dos envejecidos,
pues el tiempo tan cruel jamás perdona,
aunque siga latente aquel idilio,
Sus recuerdos perduran y los siento
y la veo sentada aquí a mi lado
escuchado mi voz amartelada
con el suave contacto de sus manos.
Y se escuchan arrullos de mil besos
con los ayes de amor de dos amantes
y el rumor de promesas encendidas
y hasta trinos canoros de las aves.
Cuántas veces, sentados en el banco,
le juré cariñoso amor eterno,
cuántas veces mirándole a los ojos
pronuncié enamorado ¡yo te quiero!.