Visitando en mi pueblo el camposanto,
he visto en una lápida tu nombre
y en mis ojos las lágrimas del llanto,
no te extrañe que llore y que me asombre
pues fuiste el gran amor de mi pasado…
observo que hace tiempo “que te has ido”
y lamento encontrarte en tal estado,
sé también que tú siempre fiel has sido.
Me tuve que marchar y no lo ignoras
por motivos de honor y aconteceres,
y hoy he vuelto pensando en las auroras
que vimos excitando amaneceres.
Al cielo ofreceré oración piadosa
al dejar en tu lápida una rosa.