ni a cien doncellas moras, desvestido;
mas el amor que Dios me ha concedido
me ha sido fiel en los atardeceres.
Y, si bien, pecadores somos seres,
en el andar he sido precavido;
¡que no existe varón más distinguido
cuál aquel que es austero en los placeres!.
Que andar descalzo es cosa muy prudente,
desnudo por la vida y sin abrigo
y honores desechar y ser valiente.
Por eso, amigo mío, yo te digo:
no siempre es tan feliz el más sonriente,
¡pues, llora igual, el rico que el mendigo!