Que miserable el amor, que tú me diste,
porque creí ciegamente en tus palabras,
cuantas noches de amor tú me ofreciste,
llenando mis vacíos con suaves caricias.
Quizás tu quisiste amarme a tu manera,
pero nunca me lo dijiste con palabras,
he sentido tantas noches esa quimera,
y fue un error, por eso son mis lágrimas.
Nunca fue aventura lo que yo buscaba,
ni tampoco te colmé con frívolas ilusiones,
solo te dije lo cuantioso que te amaba,
y siempre te pedía que entres en razones.
Siempre hiciste lo que a ti te antojaba,
por eso mis días pasaban tristemente,
debes recordar cuando yo te preguntaba,
si me amabas en verdad, sinceramente.
Más el silencio envolvía nuestras sábanas,
y el placer nos colmaba completamente,
hoy te digo en verdad que no me amabas,
y que yo en verdad no existía en tu mente.
Pues el tiempo ha pasado y lo estás pagando,
por tu orgullo y todo lo que un día me mentiste,
porque yo te creí y locamente te seguí amando,
aunque tarde me di cuenta, que no me amaste.
