el sol ya se iba... llegaba la luna,
de pronto mis ojos vieron que reías
mientras te acercabas en hora oportuna.
-No quiero dejarte (dijiste al instante),
deseo tenerte por siempre a mi lado,
quiero que tú seas por siempre mi amante,
quiero yo ser tuya, mi vate adorado.-
Te ví reluciente... vestida de blanco,
el blanco azuceno a tu cuerpo cubría
y yo te observaba sentado en un banco,
mientras que en la playa... la tarde caía.
De pronto ¡Dios mío... noté que no estabas!
Buscaron mis ojos tu hermosa figura,
oía a lo lejos que tú me llamabas
cuando ya la tarde se hizo noche oscura.
Me he quedado solo... con mucha amargura.
Quise yo decirte palabras preciosas,
y ahora aquí en silencio... en tu sepultura
vengo yo a entregarte un ramo de rosas.
- - - - - - - - -
Mariano Bequer.
Maracaibo, 15/02/07